España es una de las naciones más interesantes de Europa por sus ricas tradiciones, su
historia y la multiculturalidad de sus poblados. España es la cuna de algunos de losliteratos y artistas más importantes del mundo, que han sido una enorme influencia
para el mundo, colaborando en la construcción de los cánones artísticos.
La moda en el primer período del siglo XVIII en Europa es caracterizada por marcadas
figuras en la silueta de hombres y mujeres siguiendo la influencia de los años anteriores. Las
pelucas continúan siendo esenciales en el hombre y la mujer, casi siempre siendo de color
blanco. El pelo natural era empolvado para obtener el look a la moda.
Ya se empezaba a notar la distinción entre el vestido completo, vestido en la corte para
ocasiones formales y la ropa utilizada en lo cotidiano. A medida que las décadas fueron
progresando, cada vez se utilizaba menos el miriñaque inflado y entero, hasta llegar a
desaparecer al final del siglo.
Vestidos en el siglo XVIII
El estilo sueltoMuchas pinturas del siglo XVIII muestran los vestidos de las mujeres con caída libre, con la parte de atrás plisada y suelta. Esta innovación se dio en 1705 y se llamó Saco Francés.
Vestido con corsé atado
Debajo de los miriñaques se empezaban a vestir los bien trabajados corsé, hechos de hueso de ballena. Los mismos eran hechos a mano y eran muy decorativos, al estar hechos
de la misma delicada tela que el resto del vestido, haciendo juego.
Vestido à La Française 1720
Los vestidos con paneles aparecieron por primera vez en Inglaterra en 1709 y en Paris en 1718/19. Como sabemos, de este estilo hubo muchas variaciones con el tiempo. Básicamente, empezaron como enaguas de tela dura y pesada, niveladas por tres o cuatro filas de hueso de ballena que soportaban y moldeaba.
Vestido de panel ancho
Después de 1720, el estilo suelto se convirtió en vestido à la Française. El plisado de la parte
trasera del vestido fue variando. Pero a medida que el siglo transcurría, los frunces fueron
aumentando en proporción al ancho de la pollera. Además, el corsé empezaba a cobrar
forma de V, con moños para decorarlo (muy rococó). Algunas joyas de poco tamaño también
se usaban para decorar este estilo.
Con respecto a las mangas, solían ser acampanadas, generalmente llegando hasta los codos.
El Polonaise, o Polonesa
Vestido compuesto de casaca y falda basquiña. La casaca en seda labrada en su color con aplicación de bordado en sedas polícromas y plata sobredorada. Las costuras van decoradas con un galón de hilos metálicos y un encaje de "puntos de España" que recorre los perfiles delanteros.
Manteleta en raso de seda.
Manteleta en raso de seda en color oro y con cuello vuelto. Va guarnecida con lentejuelas y cordoncillo metálico dorado entorchado sobre alma de seda que va dibujando motivos florales.
En 1772 cuando la sobrefalda se frunció hacia arriba a través de cordones ubicados de
manera que no se vieran produciendo el efecto "arremangado". Tuvo su origen en los
rústicos trajes usados por las campesinas para sus faenas diarias con el ganado, por este
motivo algunas veces se le llamaba "lechera". El arremangado de la pollera permitía que
hagan mejor su trabajo. Este efecto dejaba ver las enaguas debajo de la sobrefalda.
Los Peinados del Siglo XVIII
El pouf
En algún momento a
mediados de 1770, los peinados empezaron a crecer. Afloró hacia una
estructura compleja y empezó a ser tan alto como nunca antes se había imaginado. El
ingenio de las mujeres hacía que usaran casi todo lo que encontraban a su
alrededor para
ponerlo en sus peinados, incluyendo cinturones, joyas, telas,
flores, frutas, plumas, etc.
Las mujeres más elegantes usaban muñecos de aves,
estatuas o incluso mini
jardines con pequeños árboles artificiales sobre el
tope de su cabeza. Diseñar estos
peinados podía tomar todo el día o incluso la
semana entera. Para colmo, traía
infinidad de dificultades: era casi imposible
dormir sin que se desarmara (para lo
cual inventaron un molde
"protector" para que el peinado dure semanas);
tampoco se podía
viajar, porque las mujeres no entraban en la berlina, por lo
que muchas veces
tenían que sacar su cabeza por la ventana o viajar arrodilladas.
Una vez
convertida en Reina, María Antonieta pasaba mucho tiempo dedicado
a la moda,
creando nuevos estilos para el pelo y la ropa. Su peluquero personal,
Lèonard,
convirtió todas sus fantasías en realidad. El trabajo en conjunto trajo
al
mundo este tipo de creaciones.
Estos
peinados no eran para nada higiénicos. Las mujeres no se lavaban el pelo
para
no quitárselo. Esto además hacía que su cabeza sea el hogar de insectos y
parásitos,
para lo cual también habían creado una varilla especial para rascarse
la
cabeza.
Síntesis de moda del 1700 hasta 1850
Bajo el reinado de Luis XVI de Francia (1643-1715) y durante la
Guerra de los
Treinta Años, en la indumentaria destaca precisamente la falta de
uniformidad,
que hacía ver un vestuario distinto de una ciudad a la otra que le
era vecina. Por
destacar algo en contra, cabe recordar la prepotencia de las
Leyes de Indumentaria
dictadas por la corte de Versalles y cómo se esfuerza
París por difundir su moda
hacia el resto de Europa.
Le sucede un período de Regencia (1715-1730) y la llegada del
joven rey Luis XV,
que prácticamente desmontan el rigor del protocolo
versallesco. La consecuencia
más notable es que el carácter ceremonioso de la
indumentaria cede el paso a
una neta frivolidad. Vestidos más finos y ligeros,
unidos a fuerte influencia de lo
oriental.
Aparece la falda de amplísimo vuelo soportado por
una armadura de ballenas
(extraída en verdad de la ballena) que forma la
llamada cesta. Hasta 1780 las
faldas son exageradamente amplias. Su incomodidad
está ya en desuso a finales
de siglo (la Revolución francesa). Al movimiento
artístico del Barroco sucede del
Rococó (1730-1789). La vestimenta reaviva un
tono excesivamente aristocrática,
por un lado, y militarista por otro.
El Rococó
El Rococó
recarga de adornos los vestidos y busca acentuar un erotismo nuevo y muy
pujante. La seda recobra su interés como tejido que acentúa la decoración.
Faldas
voluminosas y busto muy ajustado. El corsé es la prenda más de moda. El
estilo rococó
podría ser la única uniformidad de vestimenta que se da en toda
Europa.
La burguesía, que ya es una clase social
definitivamente asentada, determina una
vestimenta diferenciada para cada uno
de los gremios profesionales: los artesanos
importantes, los banqueros, los
comerciantes, los hombres de leyes, se distinguen
por su indumentaria
característica, adaptada a su oficio. El final del Rococó
es la Revolución
francesa.
En la indumentaria femenina, aparece la falda de
amplísimo vuelo soportado por
una armadura de ballenas (extraída en verdad de
la ballena) que forma la llamada
cesta. Hasta 1780 las faldas son
exageradamente amplias. Su incomodidad estará
ya en desuso a finales del siglo
(con la Revolución francesa).
La bata es un vestido nacido precisamente en estos
tiempos; un "vestido a la
francesa" que en España se llamó bata.
Larga y abierta por delante, nos
permite ver la falda de debajo. En la espalda,
partiendo del escote, los pliegues
planos se abren hasta el bajo del vestido a
modo de cola.
Otro ejemplo nacido en Francia como “robe a la polonaise”
es característico de la
época. En España se llamó la polonesa, y estuvo
"de moda" durante el reinado de
Carlos III. El rasgo más
característico de este vestido fue la falda abullonada en
tres partes por medio
de un cordón deslizante.
Las casacas usadas por las damas son
largas hasta la cadera, abiertas por delante y
con pliegues laterales que parten de un botón
forrado en la misma tela. La manga,
tres cuartos, con vuelta de forma triangular.
Las chupas femeninas de la primera mitad
del siglo XVIII en España llevan
faldones largos y cortados rectos en los bordes
delanteros; también es
característico el tejido de sedas policromadas en su confección.
Vestido en damasco de seda, con cintas de seda. Catalunya 1735-1740. Corsé bajo el vestido, marcando el busto y alzando los senos.
Vestido compuesto de casaca y falda basquiña. La casaca en seda labrada en su color con aplicación de bordado en sedas polícromas y plata sobredorada. Las costuras van decoradas con un galón de hilos metálicos y un encaje de "puntos de España" que recorre los perfiles delanteros.
Chupa femenina en brocatel de sedas policromas que dibujan motivos florales. Larga hasta las rodillas y ajustada al torso. Con cuello a la caja y manga larga con forma en el codo. En los faldones delanteros, bolsillos con grandes carteras con perfiles curvos y decoradas con botones forrados con cordoncillo dorado entorchado. Se cierra en el delantero.
Jubón de brocatelDe sedas policromas sobre fondo de faya francesa en color beige. Entallado al torso y con gran escote redondo en el delantero. La espalda remata en el borde inferior en una pequeña cola. La manga es larga y estrecha con forma en el codo.
Manteleta en raso de seda.
Manteleta en raso de seda en color oro y con cuello vuelto. Va guarnecida con lentejuelas y cordoncillo metálico dorado entorchado sobre alma de seda que va dibujando motivos florales.
Chupa cuyos delanteros están confeccionados en gros de Nápoles de seda de color amarillo y la espalda en lana abatanada. Va decorado con una aplicación de lentejuelas troqueladas y cóncavas con alternancia de tramos rectos con motivos florales y guirnaldas.
Casaca - frac en seda listada con alternancia de tafetán y raso, en color azul. Muy ajustada al cuerpo y con cuello vuelto. Los paños delanteros están cortados a la altura del pecho, dándole forma. Va decorada con botones metálicos, de los que sólo uno cumple la función de cierre.
El Calzado
El calzado. Los zapatos femeninos podían ser cerrados o sin talón como las chinelas.
Durante todo el XVII aún no se diferencia entre la horma del pie derecho o del
izquierdo.
Las Medias
Bajo los zapatos, las medias de seda son las más apreciadas, ya fueran lisas o bordadas
en oro o plata.
A medida que avanza el siglo, las medias se van estrechando y se estiliza cada vez más
la forma triangular, hasta que desaparece.
La Guantería
Guantes (mitones) altos, realizados con dos piezas de piel de cabritilla en color beige, una para el dedo pulgar y otra para el resto del brazo y la mano.
En cuanto a los guantes, se da una curiosa evolución
en el breve período en que
esta prenda se está implantando como prenda de
vestir y no sólo como protección,
como se daba en la Edad Media. El
guante oscila rápido desde una pieza larga,
recta y sin dedos (los mitones) a
los guantes cortos y más complejos, con dedos o
medio dedo.
Manguitos
Magnífico ejemplo para abrigar las manos es el manguito, apreciado tanto por las
mujeres como por los hombres por su cálida funcionalidad.
Mitones
El uso del mitón gozó de gran aceptación durante el siglo XVIII. Se hicieron tanto de piel
como de tejido.
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